lunes, 4 de abril de 2016

Economia sin efectivo

Las enormes ventajas económicas de pagar sin efectivo

Los medios de pago electrónicos incrementan la productividad, el crecimiento, el empleo y el bienestar, al tiempo que dificultan la ilegalidad y la informalidad. ¿Llegó la hora de decirle adiós al efectivo?
Los medios de pago electrónicos –tarjetas de débito, crédito, prepago y pagos móviles– permiten a los consumidores hacer las compras de un modo eficiente y seguro. Al mismo tiempo, facilitan a los empresarios manejar sus negocios. Al ser más eficientes que el papel moneda, su utilización reduce los costos de las transacciones. Los menores costos mejoran la eficiencia de la economía. Por este motivo contribuyen a aumentar el consumo, el PIB y el empleo.
En un estudio reciente para 70 países, que generan 95% del PIB mundial, Moody’s Analytics estimó que la utilización de las tarjetas de débito, crédito y prepago, que se incrementó en 4%, hizo aumentar el consumo en 0,2%, el PIB en 0,1% y el empleo en 0,001% en tasas reales promedio anual entre 2011 y 2015. También encontró que el estímulo sobre el consumo y el PIB es menor en los países avanzados (0,1% y 0,08% anual, respectivamente) que en los emergentes (0,2% y 0,1% anual), porque en estos últimos su penetración aumenta más rápido. Sin embargo, las elasticidades del consumo y del PIB a la penetración de las tarjetas de pago es menor en los emergentes que en los avanzados, porque en estos últimos su utilización es mayor, debido a que la red de pagos es más extensa, los consumidores están más habituados a ellas y los establecimientos comerciales las aceptan con mayor frecuencia.
Otra ventaja de los medios de pago electrónicos es que son un vehículo para la inclusión y la profundización financiera, pues permiten recolectar información sobre el ingreso y los hábitos de pago de sus usuarios. Con base en ella, sus titulares pueden llegar a convertirse en sujetos de crédito, que incrementa su capacidad de consumo. También aumenta la propensión de los hogares y las firmas pequeñas a acumular activos –como los bienes de capital y la educación–, que les permiten elevar su productividad y sus ingresos. De esta manera, los medios de pago electrónicos contribuyen a mejorar el bienestar de sus usuarios. Además, disminuyen los costos operacionales de los bancos, con lo cual el precio de los servicios bancarios puede reducirse.
El Estado también se beneficiaría con la masificación de los medios de pago electrónicos, porque incrementaría sus ingresos, debido a que el registro preciso de las transacciones que se hacen con ellos dificulta evadir los impuestos.
Ventajas para los emergentes
Los países emergentes obtendrían un gran beneficio si masificaran los medios de pago electrónicos, porque ellos pueden contribuir a disminuir la pobreza y la desigualdad, a mejorar su competitividad y a impulsar su crecimiento.
Para ello, sus proveedores deben extender la infraestructura para los pagos electrónicos a las transacciones de bajo valor, de manera que los comerciantes al por menor y los micro, pequeños y medianos empresarios puedan aceptarlos y utilizarlos.
Las autoridades tienen la capacidad de promover los medios de pago electrónicos, al utilizarlos en las transacciones del Estado, en las compras, en la transferencia de los subsidios, en los desembolsos y recibiéndolos en el pago de los impuestos. También pueden estimular su utilización a través del otorgamiento de incentivos tributarios a quienes paguen con ellos y a quienes los reciban en sus establecimientos comerciales. Los proveedores pueden contribuir a extenderlos por medio de la innovación y del diseño de productos que satisfagan las necesidades de cada tipo de usuario. Para que sean ofrecidos a los menores costos es vital que predomine la competencia entre los proveedores. Las autoridades deben garantizarla.
Alta preferencia por el efectivo 
A pesar de las ventajas de los medios de pago electrónicos, el papel moneda es el más demandado en el mundo y el preferido en las transacciones de bajo valor. El profesor Kenneth Rogoff, de la Universidad de Harvard, explica que una gran parte de la demanda por papel moneda se debe a su baja trazabilidad, que dificulta rastrear los pagos en efectivo. Por eso se le prefiere para las transacciones informales e ilícitas, con el fin de ocultarlas de las autoridades.
Por otra parte, Carlos Arango, economista del Banco Central de Canadá, sostiene que la preferencia por papel moneda en las transacciones de bajo valor se debe a que otros medios de pago no son universalmente aceptados, debido a que tienen un mayor costo para los establecimientos comerciales y entrañan un mayor riesgo tributario que los pagos en efectivo. Por eso los consumidores mantienen un saldo de dinero en efectivo para los gastos inesperados y hacen otras transacciones con él.
En algunos países se ha conseguido una aceptación generalizada de los pagos electrónicos en las transacciones de bajo valor. Lograrlo requirió reducir su costo para los establecimientos comerciales y promoverlos mediante incentivos y campañas educativas.
En Colombia, las normas tributarias estimulan la preferencia por el papel moneda, generan desintermediación bancaria y obstaculizan el desarrollo de los medios de pago electrónicos. Entre ellas las más perturbadoras son las que vinculan el recaudo de algunos impuestos –GMF y retenciones de IVA, renta e ICA– a la realización de las transacciones. Por ello, la preferencia por dinero en efectivo en el país es alta y mayor de la que corresponde a su desarrollo económico, lo cual obstaculiza la inclusión financiera y promueve las actividades al margen de la ley.
Tal vez por esto la contribución de los pagos con tarjetas al PIB en Colombia (0,11% anual promedio) es la mitad que en América del Sur (0,2%) (ver gráfico), mientras que su aporte al empleo en el país (11.000 puestos de trabajo) y la elasticidad del PIB a la penetración de los pagos con tarjetas (0,01%) estuvieron entre las menores de América Latina.
Un mundo con medios de pago electrónicos en lugar de papel moneda sería más productivo y equitativo, crecería y generaría empleo de una manera más dinámica, tendría una menor pobreza y su población disfrutaría de un mayor bienestar. Al mismo tiempo, el desarrollo de las actividades ilícitas y la informalidad serían más difíciles.

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